jueves, 13 de octubre de 2011

esta tardecita...

Me arranqué cuando pasó la lluvia,  anoche me desvelé y divagué tanto (demasiado u.u) 
de camino a casa pisaba los charcos de agua, el agua está  en el barro, el barro en el ladrillo,
 el ladrillo está en la pared y en la pared, algunas fotografías.
 
 
Pienso en la infinidad de cosas que existen:
hay cines,
hay trenes,
hay ollas ,
hay fórmulas hasta para describir el amor perfecto,
hay más: hay tráfico,
créditos,
cláusulas,
gente vip,
hay lámparas hipnóticas y electroencefalogramas,
hay condiciones para la constitución de una sociedad muy limitada,
hay plantas y hay buses,
hay tabúes,
hay abrazos,
hay hambre y hay sobrepeso,
hay católicos  y ateos,
hay drogas experimentales y perros que detectan drogas en las aduanas.
 
Tantas cosas, que me hacen darme  cuenta  que sólo necesito unas pocas para tener un momento de felicidad: un lápiz, un papel, un poquito de no sé qué, que me impulse a escribir, a recordar de que nos reíamos en una tarde de sol y suelo frío, y la sonrisa cómplice que me regalas y que vale la pena.
A veces me basta con una de tus palabras para ahuyentar las asquerosas penas y mi bipolaridad extrema  :):
Juraría que te vi en las figuras que se dibujaron en mi taza de café número  10, mientras vi un instante partir y otro llegar, me imaginé corriendo para alcanzarte pero ya estabas junto a mí, bajo una nube de un blanco imposible que aquí abajo no se consigue, y como siempre caminamos pisando las hojas secas que caen en otoño ( y no las miramos al pasar)



A mí me basta que me des un poquito más, que nada de tu tiempo y cariño, para no sentir que mis tardes se desvanecen entre relojes de arena, lo siento si no digo muchas cosas, divago demasiado, y en esto pensaba mientras veía a la gente ir y venir.


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